La Teología de la Liberación se presentó en América Latina a finales de los 60 y principios de los 70 como un brazo evangélico que tenía una “opción preferencial por los pobres”. Sin embargo, desde su nacimiento el marxismo impregnó casi por completo tal movimiento en un contexto histórico complicado, durante la Guerra Fría y en una zona geográfica en donde el comunismo logró conseguir importante cuota de poder.
La Teología de la Liberación se presentó en América Latina a finales de los 60 y principios de los 70 como un brazo evangélico que tenía una “opción preferencial por los pobres”. Sin embargo, desde su nacimiento el marxismo impregnó casi por completo tal movimiento en un contexto histórico complicado, durante la Guerra Fría y en una zona geográfica en donde el comunismo logró conseguir importante cuota de poder.
Desde entonces, las consecuencias han sido nefastas para la Iglesia Católica. La corriente de la Teología de la Liberación se extendió como un virus que fue provocando la prevalencia del marxismo sobre el cristianismo. Los años han demostrado la inefectividad de su aplicación, aunque los daños ya quedaron y son casi irreparables.
Durante décadas, generaciones de sacerdotes y fieles doblegaron ante la Teología de la Liberación. Muchos dejaron su fe de lado y abrazaron al “Dios político” y las iglesias empezaron a verse vacías de manera precipitada.
Si vemos esta teología desde la perspectiva del tiempo, parece haber sido concebida por el enemigo para acabar con la Iglesia desde dentro. Puede que esta teoría tenga más de cierto de lo que puede aparentar. Así lo atestiguó uno de los jefes del espionaje soviético de los 70 y que más tarde desertó a Estados Unidos, Ion Mihai Pacepa, quien alumbró al mundo hasta qué punto la Teología de la Liberación fue inventada en un laboratorio soviético para acabar con uno de sus mayores enemigos, la Iglesia Católica.
Ion Mihai Pacepa fue un general soviético y jefe del espionaje de la Rumania de Nicolae Ceausescu durante la década de los 60 y 70. Desertó y escapó a Estados Unidos donde se convirtió en el oficial comunista de más alto rango, sirviendo de ayuda a EE.UU. durante la Guerra Fría.
Entre los varios secretos que se llevó consigo, se encontraba el papel del poder soviético en la creación de la Teología de la Liberación. En una entrevista de 2015 para el medio ACI Prensa, Mihai Pacepa asegura que aprendió de la “implicación que tuvo el KGB con la Teología de la Liberación del general soviético Aleksandr Sakharovsky”, que fue jefe del servicio de inteligencia en el extranjero de la URSS y bajo cuyo mando se produjo la exportación del comunismo a Cuba y la creación del Muro de Berlín. Hombre de gran confianza de Nikita Kruschev, presidente de la URSS que quería entrar en la historia como el que logró implantar el comunismo en el continente americano.
El exgeneral de la inteligencia comunista indica sin rodeos que “el movimiento nació en el KGB y tuvo un nombre inventado por el KGB”. Según explicó, la inteligencia soviética tuvo durante esos años “una inclinación por los movimientos de ‘liberación’”. De ahí que creara o infiltrara a otros grupos como el Ejército de Liberación Nacional de Colombia y Bolivia, o la Organización para la Liberación de Palestina junto a Yaser Arafat. Estos “son solo unos de los pocos movimientos de ‘liberación’ nacidos en Lubyanka (cuarteles del KGB)”, mencionó Mihai Pacepa.
Mihai Pacepa dio detalles de cómo el KGB dio forma a la Teología de la Liberación hasta convertirla en el principal problema interno de la Iglesia Católica y al que se le enfrentaron abiertamente el Papa Juan Pablo II y el que fuera el cardenal Ratzinger como prefecto de la Doctrina de la Fe logrando reducir el daño causado y que podría haber llegado a extremos críticos.
”El nacimiento de la Teología de la Liberación”, asegura el exgeneral comunista, “fue el intento en 1960 de un súper secreto ‘Programa de desinformación’ aprobado por Aleksandr Shelepin, el presidente del KGB, y por el miembro del Politburó, Aleksey Kirichenko, que coordinó las políticas internacionales del Partido Comunista”.
Pacepa agrega de este modo, que el programa estaba previsto para que el KGB ”tomara en secreto el control del Consejo Mundial de Iglesias con sede en Ginebra y lo usara como tapadera para convertir la Teología de la Liberación en una herramienta revolucionaria en Sudamérica”.
También estaba preparado el siguiente paso a tomar. Primeramente, el “KGB comenzó construyendo una organización religiosa internacional intermedia llamada Conferencia Cristiana por la Paz y cuya principal tarea era llevar la creada Teología de la Liberación al mundo real”. Esta organización estaría a su vez subordinada al Consejo Mundial de la Paz, otra creación del KGB según Pacepa.
De esta manera, Pacepa supo del general Sakharovsky que en 1968 la Conferencia Cristiana por la Paz creada por el KGB ”fue capaz de manipular a un grupo de obispos sudamericanos de izquierda dentro de la Conferencia de Obispos Latinoamericanos en Medellín”, reunión que tuvo un papel clave en la génesis de este movimiento.
El jefe de la inteligencia rumana explicó que “la tarea oficial de la Conferencia era disminuir la pobreza. Su objetivo no declarado fue reconocer un nuevo movimiento religioso alentando a los pobres a rebelarse contra la ‘violencia institucionalizada de la pobreza’ y recomendar el nuevo movimiento al Consejo Mundial de Iglesias para su aprobación oficial. La conferencia de Medellín logró ambos objetivos. También compró el nombre nacido del KGB, Teología de la Liberación”.