El electo presidente liberal/libertario rompe la vara de mando de la izquierda internacional castrochavista en Latinoamérica con una posible repercusión en otros continentes. Se acabaron las intromisiones de los globalistas y los halagos a criminales de lesa humanidad de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
El presidente electo de Nueva Derecha, Javier Milei, no dejó sombra alguna sobre su abrumador triunfo. Con un casi 56% de votos frente a su adversario Sergio Massa de 44%. Una diferencia arrolladora de casi 12 puntos porcentuales.
El liberal/libertario demostró liderazgo y madurez, superó la derrota inicial e hizo las paces estableciendo alianzas con Patricia Bullrich y Mauricio Macri. La prioridad, salvar a la Argentina del kirchnerismo y la izquierda internacional del Foro de San Pablo (Foro de Sao Paulo en portugués). Una extraordinaria lección de verdadero patriotismo.
Es muy conocida la frase: “La unión hace la fuerza”, los demócratas de Latinoamérica deben aprender del ejemplo de Argentina, dejar de lado las diferencias y pensar primero en la madre patria. Solo así se obtienen cambios.
El candidato de izquierdas, Sergio Massa, supo reconocer su derrota aceptando la voluntad popular y llamó a Milei para felicitarlo por su triunfo. Quizás no le quedaba otra opción luego de la multitud de votos que se fueron para su opositor. Es un gran gesto, propio de demócratas que hay que reconocer.
La estrategia del miedo, propio de la izquierda que responde a Cuba, fue abatida. Los votos en blanco fueron menos del 2%. Los argentinos salieron a votar y apostaron por las propuestas liberales, superando algunos el temor y la desesperanza.
Las intervenciones de las principales cabezas del Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla como Luis Inácio Lula da Silva en Brasil, Nicolás Maduro en Venezuela, Andrés Manuel López Obrador en México y Gustavo Pedro en Colombia no pudieron salvar a Sergio Massa. Sus injerencias fueron tan estériles como esconder a Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández durante la campaña presidencial.
Con la victoria de Javier Milei se rompe la nefasta influencia de China, Rusia y Cuba sobre la Argentina. Se pone el punto final a los operadores internacionales del Foro de San Pablo y Grupo de Puebla.
Javier Milei prometió que el Estado dejaría de ser un botín y ofreció esperanza. No más de aquel Estado omnipotente, que solo mira y beneficia a un sector político a costa del trabajo duro de otros.
Javier Milei reafirmó la promesa de respeto por la ley, promoviendo la libre y sana competencia en un clima de respeto y garantías basados en los tres principios del liberalismo propuestos por Alberto Benegas Lynch (hijo).
No podía faltar el “Efecto Milei”, empresas como YPF, Grupo Galicia y Banco Macro registran al alza en la Bolsa de Wall Street. No hay que negar que la democracia y la libertad también son un buen negocio.
Atrás quedó el Milei con la camiseta de campaña y hoy habla como estadista, llamando a todos a unirse por la nación, por la Argentina. “No importa de donde vengan, estoy seguro de que es más lo que nos une”.
El nuevo presidente anti Agenda 2030, ahora tendrá que lidiar con todas las izquierdas, acostumbradas a conseguirlo todo con políticas poco transparentes y protestas violentas. Sectores sindicalistas ya comienzan con las presiones. Para el liberal/libertario, no habrán 100 días de gracia.
No hay inhabilitados, encarcelados o exiliados como en Cuba, Venezuela o Nicaragua. Nadia gana con el 100% de votos como el Cuba o Nicaragua. Argentina tiene un sistema democrático de 40 años que es bien cuidado pese a estar bajo intentos de injerencias locales y extranjeras.
La victoria de Javier Milei rompe la vara de mando de la izquierda internacional castrochavista en Latinoamérica con una posible repercusión en otros continentes. Se acabaron las intromisiones de los globalistas y los halagos a criminales de lesa humanidad de Cuba, Nicaragua y Venezuela.