La teoría que los globalistas promueven cuenta con el apoyo del Instituto Potsdam, el Club de Roma y el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados, instituciones que se autoerigieron como “nuestros salvadores” y son quienes definirán los límites de nuestras libertades.
La siguiente hoja de ruta es un trabajo que los globalistas pusieron como nombre “Desarrollo sostenible”, es un trabajo que lleva décadas de planeamiento para su ejecución de acuerdo con un orden:
1. Que los Estados miembros de la ONU acepten la Agenda 2030, acto que se celebró en 2015.
2. La firma del acuerdo sobre el Clima en la Cumbre de París, realizado en diciembre de 2015.
3. La nueva Ley de Pandemias de la OMS, acto que se ratificará en mayo de 2024.
4. La Cumbre del Futuro de la ONU, a realizarse en septiembre de 2024.
Como podrá entender, los puntos uno y dos ya se encuentran operando. En el punto tres, la nueva Ley de Pandemias de la OMS sólo le tiene que ser ratificada por los 193 Estados miembros de la OMS, que es algo que creemos que se dará por hecho. Ya solo queda el punto cuatro, que todos los líderes mundiales firmen en la Cumbre del Futuro de la ONU, a realizarse en septiembre de 2024, acuerdo al que llaman “Pacto para el Futuro” que, de salir próspero, su implementación se daría a comienzos de 2025 y que según ellos, creará “el futuro que queremos”.
Es claro que este “Pacto para el Futuro” no es algo más que la inserción de un nuevo sistema para el control global propuesto por los globalistas por medio de la ONU.
Para la ONU, su agenda común incluye doce compromisos para lograr un Nuevo Orden Global multilateral fuerte. Según ellos, se trata de no dejar atrás a ningún ciudadano del planeta y firmando un nuevo contrato social que rija nuestras obligaciones para “proteger” el planeta de “acciones humanas dañinas”. (Ver: Los doce compromisos de ONU).
Dentro de estas supuestas acciones dañinas causado por los humanos, se encuentra el cambio climático antropogénico. De aquí la razón por la que la ONU publicó el siguiente mensaje: “Nos comprometemos a reducir las emisiones de dióxido de carbono a cero para el 2050 o antes. Esto implica una reestructuración total de los sistemas energético y alimentario”.
Para que la ONU justifique la ejecución de su agenda, este se basa en una teoría tan intrépida como los globalistas que lo financian, la teoría establece nueve límites planetarios que nos conducirían a la destrucción de la vida en la Tierra. Estos límites son: cambio climático, integridad de la biósfera, cambio en el uso del suelo, uso del agua dulce, flujo biogeoquímico, acidificación de los océanos, carga de aerosoles en la atmósfera, agotamiento del ozono estratosférico y contaminación química.
La teoría cuenta con el apoyo del Instituto Potsdam, el Club de Roma y el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados, instituciones que se autoerigieron como “nuestros salvadores” y son quienes definirán los límites de nuestras libertades.
Es más que evidente que los promotores de esta teoría que ha ganado adeptos sobre todo en sectores políticos de izquierdas, son los dueños de corporaciones transnacionales cuyo accionar al entrar a algún país, puede romper incluso la soberanía de tal nación.
Quienes manejan los hilos de la operación son el Consejo de relaciones Exteriores, la Trilateral y el Instituto Real de Asuntos Internacionales Británicos. Instituciones no gubernamentales que, sin la elección de nadie, se autoeligieron para manejar el timón del futuro de nuestro planeta.
El Nuevo Orden que los globalistas pretenden imponer para el mundo basándose en la teoría de que el CO2 que el hombre produce es el causante del calentamiento global, tiene su origen en el físico y eugenista sueco, Svante August Arrhenius, quien propuso en 1896 la teoría del dióxido de carbono. No faltaron los oportunistas como la familia Rockefeller que empezaron a interesarse por la cuestión y a financiar a “eminentes climatólogos” encargándoles realizar numerosos estudios. Quienes hayan seguido la trayectoria de los Rockefeller y sobre todo en el financiamiento de “estudios”, sabrán que estos carecen de alguna garantía de imparcialidad.
Por otro lado, la teoría de Arrhenius está ligada con las advertencias de que el crecimiento poblacional nos conducirá a una catástrofe, que como bien define el economista británico Thomas Malthus, de hambruna y escasez de recursos si no se frena radicalmente el crecimiento demográfico.
Ciertamente ya se han venido dado formas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción homoparental para adoctrinar, la ideología de género, infancias trans, la deconstrucción de la masculinidad, el feminismo radical, etc. Sin embargo, la inserción de estos métodos no genera resultados a corto plazo, por ello, los globalistas toman medidas rápidas mediante guerras, hambrunas y enfermedades.
La pandemia fue la excusa perfecta para las inyecciones que están causando muertes en la población y sobre todo en personas mayores, la guerra de Ucrania para crear una crisis alimenticia y energética que ahora es amplificada con el conflicto de Gaza, y ahora se suma la inmigración ilegal descontrolada en Europa para generar choques culturales.
Tan solo en lo que va de este año, cerca de 30 mil inmigrantes procedentes de África han llegado en canoas a las Islas Canarias, duplicando la cifra del año pasado. Es curioso cómo actúan, eligen la isla más pequeña para desembarcar con el fin de colapsarlo y así obligar a las autoridades, en su mayoría de ideología progresista, a trasladarlos al continente. Esto ocurre también en la isla de Lampedusa en Italia.
Cuando la gente decide emigrar por razones políticas o económicas, lo hace en igual proporción de varones, mujer y niños. Curiosamente, los emigrantes que Europa recibe son sólo jóvenes varones. Entonces, ¿es una migración o hay alguien detrás planificándolo todo para con fines “humanitarios” querer invadir un país? Con esto podríamos asegurar que el Plan Kalergi deja de ser una teoría conspirativa y pasa a ser una realidad, un complot a nivel internacional dirigido por globalistas que controlan instituciones políticas y económicas, para importar millones de trabajadores desde África con el fin de mezclarlos con los europeos y así crear un híbrido débil de origen y fácil para la manipulación.
Desde el año 2020 con la obligación del encierro por la pandemia, la humanidad se ha visto atemorizada, idiotizada y hasta domesticada. De esto se trata el “desarrollo sostenible” de la ONU, el control y la reducción poblacional. Esto es lo que los globalistas llaman “el futuro que queremos”. Es evidente que es el futuro que ellos quieren, no nosotros.