El martes 23 de abril, las universidades públicas de Argentina convocaron a una masiva marcha para que el Gobierno de Milei actualice el presupuesto educativo, pese a que el Ministerio de Capital Humano confirmó el viernes pasado su aprobación, con aumentos del 170% para gastos operativos (energía eléctrica o pago de docentes) y un 70% adicional para hospitales universitarios. En este contexto, estudiantes de oposición a la marcha han estado investigando en qué gastan el dinero las universidades y por qué dicen “no tener plata” para pagar la factura de luz o por qué no actualizan los salarios a los docentes hace 2 años.
CruzadaInformativaEl martes 23 de abril, las universidades públicas de Argentina convocaron a una masiva marcha para que el Gobierno de Milei actualice el presupuesto educativo, pese a que el Ministerio de Capital Humano confirmó el viernes pasado su aprobación, con aumentos del 170% para gastos operativos (energía eléctrica o pago de docentes) y un 70% adicional para hospitales universitarios.
Sin embargo, la idea de la Marcha Federal Universitaria ya se ha convertido en una bandera de resistencia contra el gobierno del liberal/libertario, por lo que la convocatoria se mantiene, aunque carezca de sentido.
En este contexto, estudiantes de oposición a la marcha han estado investigando en qué gastan el dinero las universidades y por qué dicen “no tener plata” para pagar la factura de luz o por qué no actualizan los salarios a los docentes hace 2 años.
En un primer análisis, el estudio estuvo enfocado a los gastos en cuestiones de género, un porcentaje del presupuesto que se podría recortar íntegramente sin perder calidad educativa. Por el contrario, aumentaría la calidad.
El mayor nivel de gastos se encuentra en las carreras de género que lanzó cada universidad nacional. Se destacan por un absurdo doctorado y una maestría en Estudios de Género en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y una especialización en Intervenciones Transdiciplinarias en Violencia de Género de la Facultad de Psicología de la UBA.
En la Universidad de La Plata, por ejemplo, se destinan millones del presupuesto para una especialización en Educación en Género y Sexualidades de la Facultad de Humanidades, o en una especialización en Perspectiva Femenina y de Derechos Humanos, en la Facultad de Trabajo Social.
Otras universidades que destinan recursos públicos a doctorados, maestrías o especializaciones de género son la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), la de Cuyo, la de Lomas de Zamora, la de Rosario, la de Lanús, la de Salta, la de San Martín, la de Tres de Febrero, la de Tucumán, la del Comahue, la de José C. Paz, la de Luján e incluso la Universidad de Defensa Nacional.
En un análisis más riguroso, se encontró que las universidades gastan millones en organismos internos enfocados en implementar políticas de género.
La UBA, que apagó las luces de sus facultades porque dicen que no pueden pagar los sueldos, gastan millones en una Comisión de Género para la Facultad de Agronomía, una Unidad de Género para Diseño y Urbanismo, un Espacio de Atención para Discriminación de Género en Economía, un Programa de Igualdad de Género en Ciencias Exactas, una Secretaría de Género en la Facultad de Ciencias Sociales, un Programa de Violencia de Género en Veterinaria y un Programa de Género y Derecho en la Facultad de Derecho.
La lista es larga, en la Facultad de Medicina, que cortó la luz hace una semana porque dice que no tiene dinero para pagar la factura eléctrica, gasta millones en un Departamento de Género y Abordaje Inclusivo. Esto incluye salarios de los empleados asignados al departamento, además de docentes y personal educativo.
Esto no solo se limita a la UBA, la UNC tiene una Prosecretaría de Género en la Facultad de Psicología, y una “Escuela Itinerante de Género” en la Facultad de Ciencias Médicas. Lo mismo la Universidad del Litoral, con un Programa de Género en la Facultad de Ciencias Jurídicas.
