Todo el poder concentrado por la ideología Woke proviene de una manipulación orwelliana del lenguaje, la técnica consiste en crear un nuevo lenguaje que identifique a la “diversidad”, que funcione como una trampa ideológica.
Hasta no hace un par de años atrás, el término Woke vinculado al concepto de “despertar”, era nada más que considerado como una simple jerga usado por los universitarios estadounidenses, incluso solo por grupos más radicales. Woke era relacionado con sectores universitarios convencidos de ser unos revolucionarios de la “justicia social”, aquellos salían en protestas por cuestiones de género y raza, dispuestos a enfrentar el mundo occidental y en particular al hombre blanco.
Los movimientos universitarios eran ampliamente conocidos por su extremismo y fanatismo, convencidos como antes y ahora, de poseer la única verdad, justicia y bien.
Viendo a la ideología Woke desde un punto de vista “progresista”, se le puede considerar como un movimiento de corrección político, que desde los años 80 pretende “descolonizar” los saberes de las universidades estadounidenses acabando con la figura del Dead White Male (Hombre Blanco Muerto). Habría que eliminar a Sócrates, Platón, Aristóteles, Shakespeare, Newton y muchos otros filósofos, escritores y científicos porque sus solas presencias marginan el conocimiento de las minorías.
A finales de los 80, era normal reírse de semejante delirio y creer que tal moda universitaria estaba destinada a desaparecer. Sin embargo, no fue así. Lo políticamente correcto pasó de las aulas universitarias a las instituciones, multiplicando y promoviendo programas de enseñanza basados en el rechazo a la civilización occidental. Ahora se puede considerar como ley la enseñanza de estos. La ideología Woke se ha normalizado y ya nadie puede considerar el hecho como algo absurdo.
En algún punto determinado, la ideología Woke salió por las puertas del campus y se expandió por la vida pública pasando a ser la cultura Woke. Sus conceptos se han normalizado en el vocabulario mediático, político y empresarial. Parasitan las mentes del hombre masa y de sus líderes, sus militantes se encuentran en puestos de responsabilidad social e incluso de la administración pública.
Este tipo de ideología perteneciente a las izquierdas, emerge en la vida colectiva ante clases políticas que no saben muy bien qué hacer para responder al ataque mediático de lo políticamente correcto, incluso caen en la trampa de aumentar más la propaganda Woke. No comprenden que no se está tratando con un movimiento que busca reformas razonables para un bien común, sino con uno que da propuestas ilógicas antidemocráticas y que cancela a quienes no van acorde a sus posturas (por algo también es conocido como la Cultura de la Cancelación).
Todo el poder concentrado por la ideología Woke proviene de una manipulación orwelliana del lenguaje, la técnica consiste en crear un nuevo lenguaje que identifique a la “diversidad”, que funcione como una trampa ideológica. La estrategia de la ideología Woke es transparente, no se guarda nada y se auto presume; se apropia de una palabra que sea objeto de reprobación universal al que se le asigna una nueva definición, posteriormente se afirma repetidas veces que cuenta con respaldo científico y para conseguir ello, militantes (por lo general con antecedentes de causar algún alboroto en las facultades de ciencias sociales) disfrazados de expertos, saldrán a legitimar su significado y acción.
La lista de palabras usadas es larga, algunos ejemplos hacen alusión al racismo, la discriminación, el patriarcado, la supremacía blanca o el discurso de odio. También es posible ver que personas que ignoran del tema se dejen engañar, atemorizados por el significado tradicional que la palabra representa, sin darse cuenta de que la cultura Woke ha modificado el significado de estas.
Desde la perspectiva Woke, el racismo ya no es una jerarquización de grupos humanos según su criterio racial o una reivindicación que aboga por el cese de la discriminación racial. Es todo lo opuesto, designa el rechazo a definir a las personas en función del color de su piel, y acusa a quienes no están dispuestos a admitir la racialización de las relaciones sociales. Es así que llamar a alguien por sus rasgos sin tener ánimos racistas, puede ser considerado por el wokismo como alguien racista e intolerante, o por ejemplo en el ámbito laboral donde conceder un puesto debería ser ocupado por el conocimiento y mérito, y no por criterios raciales preferentes a minorías, quienes se oponen a tales medidas llegan a ser juzgados y vetados por una sociedad cada vez más introducida en lo políticamente correcto.
Respecto a la supremacía racial, ya no se habla de grupos como el Ku Klux Klan o post movimientos similares, sino al núcleo profundo que ha constituido la sociedad occidental. Un caso es Francia donde la ultraizquierda racialista relaciona a los laicos con la supremacía blanca.
Esto también afecta al concepto de discriminación, para el wokismo, la discriminación es tratar a todos por igual. Lo contrario, elige a alguien siempre y cuando se le considere racializado en función del color de su piel no sería discriminado.
El discurso de odio para los woke, es solo practicado por las mayorías porque según ellos, rechaza la forma en la que definen a las minorías.
Es así que en un sistema ideológico que funciona modificando el significado que reivindica las palabras, estamos obligados cada vez más a caminar al revés. Recomendamos por filtro intelectual, averiguar más sobre la larga lista del vocabulario woke.
El eje principal de la ideología woke para desestabilizar occidente es inducir a las personas haciéndoles repetir que es el hombre blanco quien encarna el mal en la Tierra, imponerles lo políticamente correcto, pasando de criticar al Dead White Male a criticar al Hombre Blanco Vivo, decirles que debe reeducarse, pasar por una autocrítica permanente porque patologizan su identidad hasta el punto de hacerles creer que jamás se les podrá arrancar del todo, a denunciarse a sí mismos y evaluar sobre sus privilegios. Es entonces, que para los woke, solo así podrá convertirse en aliado de las minoría, lograr encontrar su humanidad y además así mostrar su gratitud a esas personas de la minorías por haberle permitido iniciar su camino de “desblanquización” .
Los woke y su movimiento parecen tener el futuro asegurado, pero es necesario plantear una firme resistencia cultural, es necesario desvelar su estrategia de manipulación del lenguaje que nos introduce en una realidad paralela, un mundo con palabras y definiciones equívocas, que alteran la relación con lo real y nos obliga a guiar la evolución en sintonía con dictados ideológicos dejando de lado la lógica, el criterio y el sentido común.
Ante este impulso ideológico violento que ejerce un hechizo en la mente de las nuevas generaciones (quienes por lo general son los que más de socializan por redes sociales, donde lo Woke predomina en parte gracias a los “progresistas” de Sillicon Valley), es necesario regresar a los principios fundamentales sobre los que se apoya nuestra civilización occidental que los globalistas y esta ideología pretenden destruir.